jueves, 5 de mayo de 2011

Fábulas

La zorra y los racimos de uvas
Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca.
Mas no pudiendo alcanzarlos, se alejó diciéndose:
-- ¡ Ni me agradan, están tan verdes... !

Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.


La rana del pantano y la del camino
Vivía una rana felizmente en un pantano profundo, alejado del camino, mientras su vecina vivía muy orgullosa en una charca al centro del camino.
La del pantano le insistía a su amiga que se fuera a vivir al lado de ella, alejada del camino; que allí estaría mejor y más segura.
Pero no se dejó convencer, diciendo que le era muy difícil abandonar una morada donde ya estaba establecida y satisfecha.
Y sucedió que un día pasó por el camino, sobre la charca, un carretón, y aplastó a la pobre rana que no quiso aceptar el mudarse.

Si tienes la oportunidad de mejorar tu posición, no la rechaces.

La rana que decía ser médico y la zorra
Gritaba un día una rana desde su pantano a los demás animales:
-- ¡ Soy médico y conozco muy bien todos los remedios para todos los males !
La oyó un zorra y le reclamó:
-- ¿ Cómo te atreves a anunciar ayudar a los demás, cuando tú misma cojeas y no te sabes curar ?

Nunca proclames ser lo que no puedes demostrar con el ejemplo.

El buey y el mosquito
En el cuerno de un buey se posó un mosquito.
Luego de permanecer allí largo rato, al irse a su vuelo preguntó al buey si se alegraba de que por fin se marchase.
El buey le respondió:
-Ni supe que habías venido, ni notaré cuando te vayas.

A veces no somos tan importantes como creemos.

La rana que se creía buey

Estaba una rana gritando a las demás:
-Mírenme soy un buey-
Y comenzó a inflarse tanto, tanto, que al hacerlo, inevitablemente explotó.

No quieras aparentar algo que no eres.

El pastor mentiroso

Un joven pastor, que cuidaba un rebaño de ovejas cerca de una villa, alarmó a los habitantes tres o cuatro veces gritando: 
-¡El lobo, el lobo!
Pero cuando los vecinos llegaban a ayudarle, se reía viendo sus preocupaciones. Mas el lobo, un día de tantos, sí llegó de verdad. El joven pastor, ahora alarmado él mismo, gritaba lleno de terror: 
-Por favor, vengan y ayúdenme; el lobo está matando a las ovejas. 
Pero ya nadie puso atención a sus gritos, y mucho menos pensar en acudir a auxiliarlo. Y el lobo, viendo que no había razón para temer mal alguno, hirió y destrozó a su antojo todo el rebaño.
Al mentiroso nunca se le cree, aún cuando diga la verdad”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario